Si cataluña se independiza que pasaria con los inmigrantes

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La Ley del Referéndum de Autodeterminación de Cataluña contenía la disposición de que, en caso de un resultado a favor de la independencia, ésta debía declararse en las 48 horas siguientes al recuento de todos los votos. El presidente catalán, Carles Puigdemont, lo confirmó el 3 de octubre durante una entrevista exclusiva con la BBC, diciendo que “vamos a declarar la independencia 48 horas después de que se cuenten todos los resultados oficiales”[9].

Tras afirmar que consideraba el referéndum válido y vinculante, Puigdemont optó por utilizar la expresión “asumo el mandato del pueblo para que Cataluña se convierta en un Estado independiente en forma de república”, antes de añadir que “pediría al Parlamento que suspenda los efectos de la declaración de independencia para que en las próximas semanas podamos emprender un diálogo”.

El discurso dejó a los observadores desconcertados, ya que se esforzaron por entender si Puigdemont acababa de declarar la independencia[11][12]. Mientras que algunos comentaristas afirmaron que la independencia acababa de ser declarada y puesta en suspenso,[13][14] otros afirmaron que la declaración de independencia había sido pospuesta[2][15][16][17].

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6 de septiembre de 2017 – El jefe de gobierno independentista de Cataluña, Carles Puigdemont, anuncia un referéndum de independencia para el 1 de octubre tras conseguir el apoyo del parlamento regional controlado por los separatistas.

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1 de octubre de 2017 – Alrededor de 2,3 millones de personas -alrededor del 43% de los votantes elegibles- acudieron al referéndum, que no había sido autorizado por los tribunales. Alrededor del 90% votó a favor de separarse de España, según el gobierno catalán, mientras que muchos de los que se oponen a la independencia boicotearon la votación. La policía española blandió porras contra la multitud que intentaba votar.

27 de octubre de 2017 – La mayoría de los legisladores catalanes -70 de 135- votaron a favor de reconocer el resultado del referéndum y declararon a Cataluña como nación independiente. En respuesta, Madrid impuso el gobierno directo en la región, disolviendo el parlamento y destituyendo a Puigdemont, que posteriormente huyó a Bélgica.

2 de noviembre de 2017 – Un juez español ordenó la detención preventiva del exdirigente catalán Oriol Junqueras y otros ocho exfuncionarios regionales por cargos de rebelión, sedición y malversación de fondos públicos.

¿quién lidera la carga independentista catalana?

Cataluña es un objeto frágil. Como en muchos otros lugares, la historia ha ensamblado fragmentos sin llegar a fundirlos del todo, dejando cicatrices que recuerdan el esfuerzo necesario para unir lo diverso. Estas cicatrices exigen una atención especial porque, a diferencia de las sociedades en las que las heridas que las produjeron son antiguas y están casi olvidadas, en Cataluña muchas de las heridas todavía supuraban hace apenas unas décadas. Como lo hacen ahora. Desde hace meses, corremos el riesgo de desgarrarlas.

A lo largo del siglo XX confluyeron en Cataluña varias corrientes migratorias que atrajeron, en varias oleadas, a grandes grupos humanos procedentes de otras regiones españolas. Su llegada suscitó recelos y temores en algunos círculos políticos y élites intelectuales locales. El demógrafo Josep Antoni Vandellós fue, en los años treinta, uno de los primeros en expresar su preocupación por los peligros de la inmigración como elemento de descatalanización e inestabilidad social. Muy influido por las ideas de la eugenesia y por el clima de malestar social que existía en Cataluña durante el primer tercio del siglo, propuso medidas de fomento de la natalidad y el uso de la política urbanística para canalizar la inevitable afluencia de personas que llegaban a una región en rápida industrialización y dispersarlas por el territorio. También abogó por la aplicación de políticas de “inmersión cultural”. El temor al efecto diluyente de la inmigración se manifiesta de diferentes maneras en décadas más recientes. Algunos analistas lo ven en la obsesión de Jordi Pujol por establecer estructuras de poder que aseguraran la preeminencia de la cultura catalana. Esta influencia es más clara en líderes nacionalistas que no ocultaron sus ideas xenófobas, como Heribert Barrera.

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Activistas protestan contra la visita del rey felipe vi a barcelona

El movimiento independentista catalán atrajo la atención de los medios de comunicación internacionales por primera vez en septiembre de 2012, durante las manifestaciones masivas en Barcelona. El escenario político catalán no era bien conocido fuera de España y, hasta entonces, las escasas informaciones de los medios internacionales tendían a presentar el nacionalismo catalán como un movimiento moderado y no secesionista que buscaba una mayor autonomía dentro de España de forma no conflictiva.

Esa representación era básicamente correcta. Hasta hace poco, sólo una pequeña minoría de la opinión pública y de los partidos catalanes estaba a favor de la independencia de España. Pero este ya no es el caso: Hoy, un movimiento social muy activo, así como la mayoría de los diputados catalanes, apoyan un referéndum de independencia. Espoleados por la celebración de un referéndum de independencia en Escocia, a pesar del resultado negativo, los sondeos de opinión muestran que, más del 74 por ciento de los catalanes piensan que debería convocarse una votación sobre la cuestión, aunque no todos apoyarían la secesión.

Sin embargo, se habla poco de un nuevo elemento que se ha producido desde los primeros días del movimiento. La población catalana ha cambiado drásticamente en los últimos 15 años. Mientras que en el año 2000 sólo un 2% de los residentes en Cataluña eran de origen extranjero, en 2010 la cifra alcanzó un máximo histórico del 16%. Sin embargo, la dura crisis económica ha interrumpido desde entonces la afluencia: hoy el 15 por ciento de los catalanes son extranjeros. Una quinta parte de los extranjeros que viven en Cataluña proceden de Marruecos, y una proporción similar de Sudamérica. También hay comunidades de Rumanía, Pakistán y China. Y su opinión también contará para determinar el resultado final del proceso.

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