El capitalismo es moral

el capitalismo es moralmente incorrecto

El socialismo vuelve a ser popular. El ascenso de políticos como Bernie Sanders y Alexandra Ocasio-Cortez muestra cómo las promesas del socialismo vuelven a influir en nuestro debate político. No es fácil precisar una sola razón por la que el socialismo vuelve a estar de moda, pero un factor innegable es la antigua creencia de que el socialismo es un sistema más moral y solidario que el capitalismo.

Esta perspectiva, sin embargo, pasa por alto la bancarrota moral del socialismo al tiempo que niega las virtudes morales del capitalismo. En este número hemos explorado muchas de las ideas que sustentan estos dos sistemas políticos y sus consecuencias, tanto buenas como malas. No es casualidad que la moralidad del capitalismo sea un factor de éxito.

Estados Unidos se fundó sobre el ideal moral del individualismo: la idea de que cada uno de nosotros es soberano y posee un derecho inalienable a la vida, la libertad y la búsqueda de su propia felicidad. Nuestro gobierno fue creado para garantizar estos derechos. Su objetivo, según la Constitución, es “establecer la justicia” y “asegurar las bendiciones de la libertad”.

inmoralidad del capitalismo

Algunos países de la lista son tal vez sorprendentes, como Georgia o Mauricio, y la clasificación de Estados Unidos puede parecer muy baja en comparación con su reputación, pero tal vez esto sólo muestra lo diferente que puede ser la reputación de la realidad (nótese, sin embargo, que la libertad económica no es toda la libertad – la forma en que un país gobierna con respecto a otros tipos de libertad no afecta directamente a esta clasificación; basta con considerar lo incierto que es el futuro de la libertad política en un lugar como Hong Kong). Por otra parte, si se observan los países con la peor libertad económica, aparecen sociedades que nadie diría que son capitalistas:

¿es ético el capitalismo de libre mercado?

Los progresistas quieren acelerar el cambio de siglo del país hacia el socialismo con una larga lista de políticas: Medicare para todos, universidad “gratuita”, producción de energía y fabricación de medicamentos recetados por el gobierno, garantías federales de empleo y vivienda, tipos impositivos drásticamente más altos y nuevos impuestos sobre la riqueza, y un salario mínimo de 15 dólares.

Los conservadores se han opuesto a estas propuestas socialistas señalando lo mucho que costarán. Por ejemplo, han pregonado un estudio del Centro Mercatus que estima que el Medicare para todos duplicaría aproximadamente el presupuesto federal. Han explicado cómo los altos tipos impositivos perjudicarían el crecimiento económico. Y han demostrado cómo un suelo salarial de 15 dólares perjudicaría a las pequeñas empresas y reduciría las oportunidades de empleo.

Todos estos argumentos son correctos. Pero no abordan la raíz de por qué estas propuestas políticas son erróneas. Al limitarse a citar los retos financieros o económicos de su aplicación, los conservadores ceden el terreno moral y aceptan tácitamente las premisas de la izquierda.

Para ganar la batalla de las ideas, los conservadores deben luchar sobre bases filosóficas, explicando por qué estas políticas son inmorales. Deben argumentar sobre la base de la ética y no de la economía, porque esta última se desprende de la primera. Es sólo cuestión de tiempo que un argumento puramente económico o lógico pierda ante uno moral o emocional.

resumen de la moralidad del capitalismo

La pandemia mundial está poniendo en ebullición todas las cuestiones que atormentan al mundo moderno: la escasez de empleo, la transformación ecológica, las migraciones masivas, las biotecnologías, la inteligencia artificial y el desarrollo incontrolado de la ciencia, la educación, los bienes públicos y la cultura. El Foro Económico Mundial, que ya el año pasado anunció en Davos “el fin de los beneficios sin ética”, proclama ahora “economías y sociedades mejores”. La necesidad de poner en discusión la legitimidad del capitalismo, incluso bajo un estricto prisma moral, está siendo reconocida en diversos frentes.

Algunos estudiosos se quedan celebrando el ensayo en el que Milton Friedman afirmaba, hace 50 años, que el capitalismo no tenía ninguna responsabilidad social salvo la de aumentar los beneficios (“el negocio de los negocios es el negocio”). Pero empiezan a surgir preguntas: desde la preocupación de Paul Collier por los “fundamentos éticos mutilados” del capitalismo hasta el deseo de Joseph Stiglitz de liberar al “capitalismo progresista” del “fundamentalismo de mercado”. Las filósofas Nancy Fraser y Rahel Jaeggi tratan de reconstruir las “bases normativas” del capitalismo, sosteniendo que ninguna práctica económica es neutral y, por tanto, está desvinculada de la evaluación normativa, y que el capitalismo debe considerarse no sólo un sistema económico, sino un “orden social institucionalizado”.

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