La verdad sobre el asalto al banco central

Los países con bancos centrales independientes están sometidos a presiones políticas

El Sistema de la Reserva Federal (también conocido como “la Fed”) se ha enfrentado a diversas críticas desde que fue autorizado en 1913[1] El economista Milton Friedman, galardonado con el premio Nobel, y su colega la monetarista Anna Schwartz criticaron la respuesta de la Fed al crack de Wall Street de 1929, argumentando que exacerbó en gran medida la Gran Depresión[2] Entre los críticos más destacados más recientes se encuentra el ex congresista Ron Paul[3].
Una primera versión de la Ley de la Reserva Federal fue redactada en 1910 en Jekyll Island, Georgia, por el senador republicano Nelson Aldrich, presidente de la Comisión Monetaria Nacional, y varios banqueros de Wall Street. La versión final, con disposiciones destinadas a mejorar la supervisión pública y a debilitar la influencia del establishment bancario de Nueva York, fue redactada por el congresista demócrata Carter Glass, de Virginia[4] La estructura de la Reserva Federal fue un compromiso entre el deseo de los banqueros de tener un banco central bajo su control y el deseo del presidente Woodrow Wilson de crear una estructura descentralizada bajo control público[1] La Ley de la Reserva Federal fue aprobada por el Congreso y firmada por el presidente Wilson en diciembre de 1913[1].

Pros y contras de la independencia de los bancos centrales

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Un banco central es una institución financiera dotada de un control privilegiado sobre la producción y distribución de dinero y crédito para una nación o un grupo de naciones. En las economías modernas, el banco central suele ser responsable de la formulación de la política monetaria y de la regulación de los bancos miembros.
En primer lugar, los bancos centrales controlan y manipulan la oferta monetaria nacional: emitiendo moneda y fijando los tipos de interés de los préstamos y bonos. Normalmente, los bancos centrales suben los tipos de interés para frenar el crecimiento y evitar la inflación; los bajan para estimular el crecimiento, la actividad industrial y el gasto de los consumidores. De este modo, gestionan la política monetaria para guiar la economía del país y alcanzar objetivos económicos, como el pleno empleo.

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Los argumentos a favor de la independencia de los bancos centrales

El Sistema de la Reserva Federal (también conocido como “la Fed”) se ha enfrentado a diversas críticas desde que fue autorizado en 1913[1] El economista Milton Friedman, galardonado con el premio Nobel, y su compañera monetarista Anna Schwartz criticaron la respuesta de la Fed al crack de Wall Street de 1929, argumentando que agravó en gran medida la Gran Depresión[2] Entre los críticos más destacados más recientes se encuentra el ex congresista Ron Paul[3].
Una primera versión de la Ley de la Reserva Federal fue redactada en 1910 en Jekyll Island, Georgia, por el senador republicano Nelson Aldrich, presidente de la Comisión Monetaria Nacional, y varios banqueros de Wall Street. La versión final, con disposiciones destinadas a mejorar la supervisión pública y a debilitar la influencia del establishment bancario de Nueva York, fue redactada por el congresista demócrata Carter Glass, de Virginia[4] La estructura de la Reserva Federal fue un compromiso entre el deseo de los banqueros de tener un banco central bajo su control y el deseo del presidente Woodrow Wilson de crear una estructura descentralizada bajo control público[1] La Ley de la Reserva Federal fue aprobada por el Congreso y firmada por el presidente Wilson en diciembre de 1913[1].

Independencia de los bancos centrales pdf

Desde que los principales bancos centrales del mundo acudieron al rescate de la economía mundial en 2008, se les han encomendado cada vez más tareas, incluso cuando algunos políticos cuestionan su papel ampliado y otros tratan de socavar su autonomía en la formulación de políticas. Para salir de este dilema, las autoridades monetarias deben volver a hacer lo que mejor saben hacer.
CAMBRIDGE – Con el auge mundial del populismo y la autocracia, la independencia de los bancos centrales está amenazada, incluso en las economías avanzadas. Desde la crisis financiera de 2008, el público espera que los bancos centrales asuman responsabilidades que van más allá de su poder y sus competencias. Al mismo tiempo, los líderes populistas han presionado para que haya una supervisión y un control más directos de la política monetaria. Y mientras los bancos centrales han sido atacados durante mucho tiempo por la derecha por ampliar sus balances después de la crisis, ahora son atacados por la izquierda por no ampliar sus balances lo suficiente.
Se trata de un cambio notable. No hace mucho tiempo, la independencia de los bancos centrales se celebraba como una de las innovaciones políticas más eficaces de las últimas cuatro décadas, debido a la dramática caída de la inflación en todo el mundo. Recientemente, sin embargo, un número cada vez mayor de políticos cree que ya es hora de subordinar los bancos centrales a las prerrogativas de los funcionarios elegidos. En la derecha, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y sus asesores atacan habitualmente a la Reserva Federal de Estados Unidos por mantener los tipos de interés demasiado altos. En la izquierda, el líder laborista británico Jeremy Corbyn ha hecho un famoso llamamiento a la “flexibilización cuantitativa del pueblo” para proporcionar financiación del banco central a las iniciativas de inversión del gobierno. La “Teoría Monetaria Moderna” es una idea en la misma línea.

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