Los jinetes de la poca crisis

la peste de los cuatro jinetes

Estrictamente, la respuesta a esta pregunta es no: los hechos de esta pandemia y la respuesta no han cambiado los hechos o la naturaleza de las crisis anteriores. Sin embargo, en términos más generales, ver cómo se desarrolla una crisis mundial en tiempo real me ha hecho reflexionar sobre mi forma de abordar las crisis históricas en tres aspectos: enfoque, conexiones y diversidad de experiencias.

La naturaleza de las crisis es que son increíblemente complicadas. El periodo “caliente” de la crisis de Suez duró unos 16 días. Me llevó más de tres años investigar y escribir sobre ella, porque había muchas potencias e intereses diferentes implicados en todo el mundo: coincidió con la rebelión húngara, que amenazaba con arrastrar a la Unión Soviética y a Estados Unidos a una tercera guerra mundial. Los futuros historiadores tendrán que reconstruir la pandemia a partir de una montaña global de información, que incluye tanto los medios sociales como los convencionales. Mi consejo para ellos (y para mí mismo) es que se concentren; es mejor contar bien una historia que estar abrumado por el material.

Por último, la diversidad de experiencias. La pandemia ha hecho sufrir a muchos. Sin embargo, hay un gran número de personas que son bastante indiferentes a esto. Hay quienes se han beneficiado materialmente de la pandemia y quienes tratan de negar o minimizar sus efectos. Para los historiadores de crisis pasadas, esto es un recordatorio de que las historias humanas nunca son simples; nunca debemos presumir de una única respuesta. La naturaleza de las experiencias y opiniones humanas es siempre asombrosamente variada.

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1Los argumentos probatorios de la crisis de sentido no pueden reducirse a la investigación empírica, aunque ésta sigue siendo integral. Sería imposible arrojar luz sobre una condición indeterminada sin aventurarse en territorios en los que no existen investigaciones actuales. Las pruebas de la crisis se extienden por todo un espectro de fenómenos. Para examinar un litoral tan vasto, se requiere un grado de eclecticismo disciplinario. Esto no significa que nuestra teoría de la crisis sea ecléctica, sino que, para clasificar adecuadamente la afección, nuestro relato de los signos y síntomas debe variar en función de los tipos de experiencia necesarios para investigarlos. Esto sugiere que es esencial un enfoque integrador y holístico. Tal es la única justificación para un ensayo sobre el significado humano a través de una exégesis sobre la tradición zombi.

2Sin embargo, ahora tenemos una hermenéutica plausible de la semiosis del zombi como símbolo de la crisis de sentido. Ahora es el momento de considerar las pruebas empíricas de la existencia de la crisis. Aunque sea posible dar una explicación parcial de cada uno de los fenómenos individuales que investigamos sin invocar al zombi, ninguna explicación de este tipo puede disipar el misterio de cómo, y por qué, estas crisis aparentemente dispares se desarrollan simultáneamente y se refuerzan mutuamente. Existe, como señala Charles Taylor (1991: 3) en El malestar de la modernidad, “una cierta convergencia en los temas de la decadencia. A menudo son variaciones en torno a unas pocas melodías centrales”. Aunque nuestra base es holística, demostraremos una convergencia de pruebas de una crisis de sentido. Respetando el apocalipsis zombi como símbolo abanderado de la crisis de sentido, proponemos organizar retóricamente las pruebas de la crisis en categorías análogas al símbolo icónico del apocalipsis cristiano, es decir, los cuatro jinetes. “A través de un simbolismo claramente cristiano, el zombi puede ser visto como un rechazo subversivo de un catolicismo impuesto” (Moreman 2010: 264-65). Los cuatro jinetes del Apocalipsis cristiano -el hambre, la peste, la guerra y la muerte- son portadores de los temas de la decadencia y la autosubversión adecuados para el andamiaje de nuestro apocalipsis zombi.

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Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis (a menudo denominados los Cuatro Jinetes) son figuras de la religión cristiana que aparecen en el libro final del Nuevo Testamento, el Apocalipsis, escrito por Juan de Patmos, así como en el libro profético del Antiguo Testamento, Zacarías, y en el libro de Ezequiel, donde se les nombra como castigos de Dios.

Apocalipsis 6 habla de un libro/pergamino en la mano derecha de Dios que está sellado con siete sellos. El Cordero de Dios/León de Judá abre los primeros cuatro de los siete sellos, que convocan a cuatro seres que salen montados en caballos blancos, rojos, negros y pálidos. Zacarías los describe como “los que el Señor ha enviado a patrullar la tierra” haciéndola descansar en silencio. Ezequiel los enumera como “la espada, el hambre, las fieras y la peste”.

En la revelación de Juan, el primer jinete cabalga sobre un caballo blanco, lleva un arco y recibe una corona -cabalga hacia adelante como figura de la Conquista,[1][es necesario citarlo para verificarlo] tal vez invocando a la Pestilencia, a Cristo o al Anticristo. El segundo lleva una espada y monta un caballo rojo y es el creador de la Guerra[2] El tercero, un mercader de alimentos que monta un caballo negro, simboliza el Hambre. Lleva la Balanza. [3] El cuarto y último caballo es pálido, y sobre él cabalga la Muerte acompañada por el Hades[4]. “Se les dio autoridad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con la espada, el hambre y la peste, y por medio de las bestias de la tierra”[5].

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La ciencia psicológica está en crisis. Lleva bastante tiempo en crisis. Para cualquiera que investigue en psicología, o simplemente preste atención al campo, esto no debería ser una sorpresa. El marco estadístico más común que utilizamos ha sido criticado desde su creación (por ejemplo, [1], [2] y [3]), muchos hallazgos famosos en psicología no se replican [4] [ver 5 y 6, para dos ejemplos], y gran parte del proceso de publicación incentiva a los investigadores a participar en prácticas de investigación cuestionables (por ejemplo, p-hacking, RUSS, HARKING, etc.) [7].

Sin embargo, como he dicho, esto es una noticia antigua. Los científicos conocen estos problemas desde hace décadas, pero las mejoras tardan en llegar, si es que llegan [8]. Mientras que las cuestiones de la insuficiencia estadística, el fracaso de la replicación y la mala metodología han dominado la mayor parte de la discusión sobre la reforma de los métodos en la psicología, otros problemas importantes en la investigación psicológica han salido a la luz. En esta entrada, quiero presentar brevemente tres crisis menos discutidas en la investigación psicológica que, junto con la crisis de la replicación, forman lo que yo llamo los cuatro jinetes de la ciencia psicológica. El objetivo de este post es principalmente concienciar sobre estos temas y presentarlos de forma sencilla y condensada. También es discutir cómo JOTE puede actuar para ayudar a reducir algunas de estas crisis, un punto que planteo al final del post.

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