Relación egoísta

Aristóteles se unió a la mayoría de sus compatriotas al condenar a los que sólo buscaban beneficiarse a sí mismos; pero aprobaba al hombre de razón que buscaba ganar para sí la mayor parte de lo que merecía elogio social[4].

Adam Smith, con el concepto de la mano invisible, consideraba que el sistema económico era útil para canalizar el interés propio egoísta hacia fines más amplios[9]. John Locke, junto con Adam Smith, fue una figura clave del primer liberalismo clásico:[10] una ideología que supera las nociones de individualismo y libertad negativa. Estos temas centrales se relacionan inevitablemente con el concepto de egoísmo. Locke, por ejemplo, pretendía que las personas ejercieran el “autogobierno”, es decir, la idea de que un individuo debe tomar sus propias decisiones[11]. Este derecho inherente permitiría a los individuos perseguir sus propios intereses, en lugar de sufrir las cargas de cualquier obligación altruista[12]. Así, a diferencia de ideologías políticas como el socialismo, Locke y otros liberales clásicos creen que el egoísmo está arraigado en la naturaleza humana. Podría decirse que Locke abrió la puerta para que pensadores posteriores como Ayn Rand defendieran el egoísmo como una virtud social y la raíz del progreso social[13].

¿Soy egoísta?

La búsqueda del interés propio. Parece una frase inofensiva, ¿verdad? Y, sin embargo, ningún asunto de la economía política moderna está más sujeto a controversia que el estatus moral de esta fuerza motriz. ¿Qué debemos hacer con ella?

En mis clases de ética empresarial, cuento la historia de las dos camisas, una especie de alegoría sobre la ética del interés propio y su evolución en los últimos cien años. Para preparar el escenario, llevo a mis alumnos al siglo XVIII, a la disputa que más encendió los primeros días del capitalismo: si hay que abrazar el interés comercial en absoluto.

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Mucho antes de que las alabanzas al interés propio fueran un pilar de las clases de microeconomía, el instinto estaba estrictamente mal visto. Declarar que el celo por los asuntos personales debía ser el acicate de una sociedad próspera era anunciar efectivamente que uno era malvado y demente. Malvado, porque la idea de que un individuo debe guiarse por lo que es mejor para sí mismo y no para la gente que le rodea olía a negocio del diablo. Loca, porque la idea de que una comunidad impulsada por ese instinto no se derrumbaría pronto en el caos era tan totalmente contraria a la intuición que resultaba ridícula a primera vista. Si, como sostenía el filósofo Thomas Hobbes, un mundo no gobernado por el puño de hierro de alguna autoridad central pronto daba paso a una guerra de todos contra todos, las actividades privadas eran un lujo que ninguna sociedad podía permitirse.

Etimología de egoísta

para construir una sociedad en la que los individuos cooperen de forma generosa y desinteresada… se puede esperar poca ayuda de la naturaleza biológica. Intentemos enseñar la generosidad y el altruismo, porque nacemos egoístas. Entendamos lo que hacen nuestros propios genes egoístas, porque entonces podremos tener la oportunidad de alterar su diseño, algo a lo que ninguna otra especie ha aspirado jamás.

Sin duda, es bastante sorprendente que nosotros -criaturas que, como él ha explicado, no son más que robots torpes, máquinas de supervivencia totalmente controladas por estos superseres- seamos, en esta etapa de nuestra evolución, repentinamente libres de levantarnos de un salto y dominarlos. La primera explicación de Dawkins sigue siendo la de Hobbes: nuestra inteligencia adicional, que produce un interés propio ilustrado.

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Esto parece implicar, de forma bastante extraña, que nadie ha tratado de iluminar el interés propio hasta ahora. Además, sugiere que la inteligencia es independiente de las causas genéticas. Pero aún más notable es la siguiente propuesta de Dawkins, una que habría chocado profundamente a Hobbes. Dawkins escribe,

Egoísmo lyrics

El egoísmo suele considerarse una característica indeseable o incluso inmoral, mientras que el altruismo suele considerarse universalmente deseable y virtuoso. Sin embargo, la historia de la humanidad y los trabajos de los psicólogos humanistas y psicodinámicos apuntan a un panorama más complejo: no todo el egoísmo es necesariamente malo, ni todo el altruismo es necesariamente bueno. Sobre la base de estos escritos, introducimos nuevas escalas para la evaluación de las diferencias individuales en dos formas paradójicas de egoísmo que han carecido de medición en el campo: el egoísmo sano (HS) y el altruismo patológico (PA). En dos estudios (N1 = 370, N2 = 891), construimos y validamos las escalas de HS y PA. Las escalas mostraron una buena consistencia interna y una clara estructura bidimensional en ambos estudios. La HS se relacionó con niveles más altos de bienestar psicológico y funcionamiento psicológico adaptativo, así como con una auténtica orientación prosocial. La AF se asoció con resultados psicológicos desadaptativos, narcisismo vulnerable y motivaciones egoístas para ayudar a los demás. Estos resultados sustentan la naturaleza paradójica de ambos constructos. Discutimos las implicaciones para futuras investigaciones, incluyendo las implicaciones clínicas.

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