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Datos sobre el trabajo infantil
A mediados del siglo XVIII en Gran Bretaña, la Revolución Industrial estaba muy avanzada. Estos cambios provocaron muchas diferencias en el sistema económico británico y afectaron en gran medida a las vidas de quienes trabajaban en él. Para los trabajadores, esto significaba vivir vidas problemáticas con poca ayuda de las leyes gubernamentales para protegerlos. Mientras los productos se producían más rápidamente y en mayores cantidades, los trabajadores sufrían. El trabajo en esta época incluía estar rodeado de maquinaria peligrosa y realizar tareas tediosas para llevar a cabo el trabajo. No había muchas leyes laborales aprobadas para proteger a los trabajadores medios, que a menudo eran mujeres, y a los niños de hasta cinco años, de la exposición al peligroso entorno de trabajo. A menudo estas condiciones habrían llevado a los trabajadores a lesionarse o incluso, para muchos, a la muerte. El entorno de trabajo era duro y los trabajadores tenían que trabajar muchas horas por salarios extremadamente bajos. Se trabajaba entre diez y quince horas al día por un salario estimado de cinco libras y media a siete a la semana. 1 Esto hacía que a la mayoría de la gente le resultara muy difícil alimentar a sus familias, por lo que a menudo recurrían al trabajo infantil, ya que los empleadores contrataban a trabajadores cada vez más jóvenes. Gran Bretaña aprobó una serie de leyes a lo largo del siglo XIX para ayudar a resolver estos problemas de derechos humanos básicos.2
El trabajo infantil en Estados Unidos
Durante el primer siglo de industrialización, las mujeres y los niños solían trabajar en la industria textil. Sus dedos más pequeños solían ser mejores para enhebrar la maquinaria. A pesar de trabajar habitualmente 16 horas al día, o más, solían cobrar poco. Aquí se muestran los telares mecánicos de las fábricas de algodón de Boott, en el Parque Histórico Nacional de Lowell, Massachusetts.
Las mujeres y los niños trabajaban a menudo en la industria textil durante el primer siglo de industrialización. Sus dedos más pequeños solían ser mejores para enhebrar la maquinaria. A pesar de trabajar habitualmente 16 horas al día, o más, solían cobrar poco. Aquí se muestran los telares mecánicos de las fábricas de algodón Boott en el Parque Histórico Nacional de Lowell, Massachusetts.
Estadísticas sobre el trabajo infantil
A medida que los reformistas progresistas del trabajo infantil ganaban fuerza durante el último cuarto del siglo XIX, se ampliaron los esfuerzos a nivel estatal para prohibir el empleo de niños pequeños. El avance hacia las reformas a nivel estatal resultó ser un reto. Muchos estados, especialmente en el Sur, se resistieron a la iniciativa. Con frecuencia, los opositores a la ley de trabajo infantil negaban la existencia del problema y ensalzaban agresivamente las virtudes de los niños en el lugar de trabajo. Esto frustró el objetivo de lograr leyes uniformes en todo el país a través de la acción estatal. Los fracasos a nivel estatal hicieron que muchos reformistas, a principios del siglo XX, creyeran que una ley federal podría ser la mejor opción. Sin embargo, el limitado papel del gobierno federal en virtud de la Constitución dificultaba esa posibilidad. Muchos expertos constitucionales, congresistas y presidentes creían que dicha ley era inconstitucional. Ante el apoyo generalizado de la opinión pública a la reducción del trabajo infantil, en 1916 se aprobó una ley basada en la Cláusula de Comercio de la Constitución, que otorgaba al Congreso la autoridad para regular el comercio entre estados o con naciones extranjeras. Este artículo se centra en el movimiento de reforma hasta la aprobación de dicha ley.
Cómo acabar con el trabajo infantil
2 Este mecanismo se conoce como la trampa de la pobreza dinástica. Basu y Tzannatos, “The Global Child Labor Problem”, pp. 153-54, 162. Además, los valores culturales refuerzan este círculo vicioso: los padres sin formación son menos conscientes de la importancia de la educación que los padres con formación. Por último, la participación de los niños en el mercado laboral deprime los salarios de los adultos, reforzando este círculo vicioso. Jane Humphries, “Trabajo infantil: Lessons from the Historical Experience of Today’s Industrial Economies”, World Bank Economic Review 17 (2003), p. 183; y Betcherman et al., “Child Labor, Education, and Children’s Rights”.
4 El tema original del documental era que esta ropa, fabricada en Bangladesh, estaba etiquetada como “Made in the USA”. Sin embargo, la indignación pública que causó se dirigió al uso del trabajo infantil. Begum, “Elimination of Child Labour from the Export Garment Industry of Bangladesh”, p. 43.
5 Estas cifras son discutidas, pero aparecen en publicaciones oficiales de, entre otros, UNICEF y la Oficina de Asuntos Laborales Internacionales de Estados Unidos. UNICEF, Estado Mundial de la Infancia 1997, p. 60; Jo Boyden y William Myers, Exploring Alternative Approaches to Combating Child Labour: Case Studies from Developing Countries (Florencia: UNICEF, 1995), pp. 29-39; y Bureau of International Labor Affairs, By the Sweat and Toil of Children: The Use of Child Labor in American Imports, Vol. 1 (Washington, D.C.: U.S. Department of Labor, 1994).
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