Quien paga el rescate de los bancos

Rescate de 29 billones de dólares

Un rescate se diferencia del término bail-in (acuñado en 2010), según el cual los tenedores de bonos o los depositantes de las instituciones financieras de importancia sistémica mundial (G-SIFI) se ven obligados a participar en el proceso de recapitalización, pero los contribuyentes no. Algunos gobiernos también tienen la facultad de participar en el proceso de insolvencia: por ejemplo, el gobierno de Estados Unidos intervino en el rescate de General Motors de 2009-2013[1] Un rescate puede evitar un proceso de insolvencia, pero no necesariamente. El término rescate es de origen marítimo y describe el acto de sacar el agua de un barco que se hunde utilizando un cubo[2][3].

Un rescate puede realizarse con fines de lucro, como cuando un nuevo inversor resucita una empresa en dificultades comprando sus acciones a precio de saldo, o con objetivos sociales, como cuando, hipotéticamente, un filántropo acaudalado reinventa una empresa de comida rápida no rentable para convertirla en una red de distribución de alimentos sin ánimo de lucro. Sin embargo, el uso común de la frase se produce cuando los recursos del gobierno se utilizan para apoyar a una empresa en quiebra, normalmente para evitar un problema mayor o un contagio financiero a otras partes de la economía.

Rescate bancario 2020

El gobierno de Estados Unidos tiene un largo historial de liderar rescates económicos. La primera intervención importante se produjo durante el Pánico de 1792, cuando el Secretario del Tesoro, Alexander Hamilton, autorizó compras para evitar el colapso del mercado de valores. Cuando las empresas privadas necesitan ser rescatadas, el gobierno suele estar dispuesto a evitar su ruina. En este artículo, examinamos seis casos del siglo pasado que han hecho necesaria la intervención del gobierno:

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La Gran Depresión es el nombre que recibe el prolongado declive y estancamiento económico precipitado por el crack bursátil de 1929. Tras la elección del presidente Franklin D. Roosevelt en 1933, el gobierno promulgó una serie de programas de rescate que sentaron precedente, diseñados para aliviar a la población y a las empresas de la nación.

Cuando Roosevelt asumió el cargo, la tasa de desempleo se acercaba al 25%. Innumerables estadounidenses que perdieron sus empleos también perdieron sus casas. La población sin hogar creció, especialmente en las zonas urbanas. Para mantener a la gente en sus casas, el gobierno creó la Corporación de Préstamos para Propietarios de Viviendas (Home Owners’ Loan Corporation), que compraba las hipotecas impagadas de los bancos y las refinanciaba a tipos más bajos. El programa ayudó a un millón de familias a beneficiarse de tipos más bajos en las hipotecas refinanciadas. Como no existía un mercado secundario, el gobierno conservó las hipotecas hasta que fueron pagadas.

Rescates gubernamentales 2020

Un rescate se diferencia del término bail-in (acuñado en 2010), según el cual los tenedores de bonos o los depositantes de las instituciones financieras de importancia sistémica mundial (G-SIFI) se ven obligados a participar en el proceso de recapitalización, pero los contribuyentes no. Algunos gobiernos también tienen la facultad de participar en el proceso de insolvencia: por ejemplo, el gobierno de Estados Unidos intervino en el rescate de General Motors de 2009-2013[1] Un rescate puede evitar un proceso de insolvencia, pero no necesariamente. El término rescate es de origen marítimo y describe el acto de sacar el agua de un barco que se hunde utilizando un cubo[2][3].

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Un rescate puede realizarse con fines de lucro, como cuando un nuevo inversor resucita una empresa en dificultades comprando sus acciones a precio de saldo, o con objetivos sociales, como cuando, hipotéticamente, un filántropo acaudalado reinventa una empresa de comida rápida no rentable para convertirla en una red de distribución de alimentos sin ánimo de lucro. Sin embargo, el uso común de la frase se produce cuando los recursos del gobierno se utilizan para apoyar a una empresa en quiebra, normalmente para evitar un problema mayor o un contagio financiero a otras partes de la economía.

Qué empresas recibieron dinero de rescate en 2020

Cuando el Congreso aprobó a finales de marzo la Ley de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica (CARES), dotada con 2,2 billones de dólares, los legisladores se apresuraron a pregonar sus barandillas igualitarias. A diferencia de los paquetes de rescate de 2008, que canalizaron cientos de miles de millones a Wall Street y llenaron de dinero los ya abultados paquetes de sueldos de los ejecutivos, la Ley CARES fue dotada de disposiciones que, según los legisladores, garantizarían que los fondos federales fueran realmente a los necesitados. Todo el dinero prestado a través del nuevo programa de la Reserva Federal de 500.000 millones de dólares, por ejemplo, iba acompañado de medidas de supervisión, límites a la recompra de acciones y topes a la remuneración de los ejecutivos. Pero casi tres meses después de la aprobación de la Ley CARES, ninguna de esas barreras parece haber cambiado mucho las cosas. El desembolso del dinero hasta ahora ha estado plagado de quejas y de análisis que demuestran que ha ido a parar de forma desproporcionada a las empresas e individuos más ricos.

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