Sistema politico de muchos paises democraticos

Sistema politico de muchos paises democraticos

Países no democráticos 2020

La palabra democracia proviene de las palabras griegas “demos”, que significa pueblo, y “kratos”, que significa poder; por tanto, la democracia puede considerarse como “poder del pueblo”: una forma de gobernar que depende de la voluntad del pueblo.

Hay tantos modelos diferentes de gobierno democrático en el mundo que a veces es más fácil entender la idea de democracia en términos de lo que definitivamente no es. Así pues, la democracia no es una autocracia o una dictadura, en la que gobierna una sola persona; y no es una oligarquía, en la que gobierna un pequeño segmento de la sociedad. Bien entendida, la democracia ni siquiera debería ser el “gobierno de la mayoría”, si eso significa que se ignoran por completo los intereses de las minorías. Una democracia, al menos en teoría, es el gobierno en nombre de todo el pueblo, según su “voluntad”.

Estos principios son intuitivamente atractivos, y ayudan a explicar por qué la democracia es tan popular. Por supuesto, nos parece justo que tengamos las mismas posibilidades que los demás de decidir las normas comunes.

Los problemas surgen cuando consideramos cómo se pueden poner en práctica los principios, porque necesitamos un mecanismo para decidir cómo abordar los puntos de vista conflictivos. Dado que ofrece un mecanismo sencillo, la democracia tiende a ser la “regla de la mayoría”; pero la regla de la mayoría puede significar que los intereses de algunas personas nunca estén representados. Una forma más genuina de representar los intereses de todos es utilizar la toma de decisiones por consenso, donde el objetivo es encontrar puntos de interés comunes.

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Democracia directa

La democracia liberal, también denominada democracia occidental, es la combinación de una ideología política liberal que opera bajo una forma de gobierno democrática. Se caracteriza por la celebración de elecciones entre múltiples partidos políticos distintos, la separación de poderes en diferentes ramas del gobierno, el imperio de la ley en la vida cotidiana como parte de una sociedad abierta, una economía de mercado con propiedad privada y la protección igualitaria de los derechos humanos, los derechos civiles, las libertades civiles y las libertades políticas para todas las personas. Para definir el sistema en la práctica, las democracias liberales suelen recurrir a una constitución, codificada (como en Estados Unidos)[1] o no codificada (como en el Reino Unido), para delimitar los poderes del gobierno y consagrar el contrato social. Tras un periodo de expansión en la segunda mitad del siglo XX, la democracia liberal se convirtió en un sistema político predominante en el mundo[2].

La democracia liberal tiene sus orígenes -y su nombre- en el siglo XVIII europeo, también conocido como el Siglo de las Luces. En aquella época, la gran mayoría de los estados europeos eran monarquías, con el poder político en manos del monarca o de la aristocracia. La posibilidad de la democracia no había sido una teoría política seriamente considerada desde la antigüedad clásica y la creencia generalizada era que las democracias serían inherentemente inestables y caóticas en sus políticas debido a los caprichos cambiantes del pueblo. Además, se creía que la democracia era contraria a la naturaleza humana, ya que se consideraba que los seres humanos eran intrínsecamente malvados, violentos y necesitaban un líder fuerte que frenara sus impulsos destructivos. Muchos monarcas europeos sostenían que su poder había sido ordenado por Dios y que cuestionar su derecho a gobernar era tan

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Tipos de democracia

La noción de democracia ha evolucionado considerablemente a lo largo del tiempo. La forma original de democracia era la democracia directa. La forma más común de democracia hoy en día es la democracia representativa, en la que el pueblo elige a los funcionarios del gobierno para que gobiernen en su nombre, como en una democracia parlamentaria o presidencial[2].

La regla de la mayoría es la que predomina en la toma de decisiones cotidiana de las democracias,[3][4] aunque otros enfoques de la toma de decisiones, como la supermayoría y el consenso, también han formado parte de las democracias. Sirven al propósito crucial de la inclusión y la legitimidad más amplia en cuestiones delicadas -contrapesando el mayoritarismo- y, por tanto, suelen tener prioridad a nivel constitucional. En la variante común de la democracia liberal, los poderes de la mayoría se ejercen en el marco de una democracia representativa, pero la constitución limita a la mayoría y protege a la minoría, normalmente a través del disfrute por parte de todos de ciertos derechos individuales, por ejemplo, la libertad de expresión o la libertad de asociación[5][6].

Democracia

La democracia representativa, también conocida como democracia indirecta, es un tipo de democracia basada en el principio de que las personas elegidas representan a un grupo de personas, en contraste con la democracia directa[1] Casi todas las democracias modernas de estilo occidental funcionan como algún tipo de democracia representativa; por ejemplo, el Reino Unido (una monarquía constitucional parlamentaria unitaria), la India (una república parlamentaria federal), Francia (una república semipresidencial unitaria) y Estados Unidos (una república presidencial federal)[2].

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La democracia representativa puede funcionar como un elemento tanto del sistema de gobierno parlamentario como del presidencial. Suele manifestarse en una cámara baja, como la Cámara de los Comunes del Reino Unido o el Lok Sabha de la India, pero puede verse limitada por restricciones constitucionales, como una cámara alta y la revisión judicial de la legislación. Algunos teóricos políticos (como Robert Dahl, Gregory Houston e Ian Liebenberg) han descrito la democracia representativa como poliarquía[3][4] La democracia representativa pone el poder en manos de representantes elegidos por el pueblo. Los partidos políticos suelen ser fundamentales en esta forma de democracia si los sistemas electorales exigen o animan a los votantes a votar a los partidos políticos o a los candidatos asociados a ellos (en lugar de votar a los representantes individuales)[5].

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