Teoría de la dirección

En tiempos de globalización y de aumento de la competencia, las empresas y sus directores generales (CEO) se enfrentan a un gran número de nuevos retos. La presión de los altos costes, los nuevos competidores y el deseo de aumentar el valor para los accionistas son los retos de la competitividad global.

Después de agotar todas las oportunidades de optimización interna, la única forma que tienen muchas empresas de crecer o de asegurar su supervivencia es fusionarse con otras empresas. Los directores generales de las empresas intentan gestionar las crecientes necesidades ampliando las carteras de negocios o incluso adquiriendo empresas enteras. Así, en 2013 en Alemania el número de fusiones y adquisiciones (M&A) fue el más alto de los últimos cinco años[1] Un estudio del Boston Consulting Group dice que desde 1988 hasta 2010 se realizaron más de 26.000 transacciones[2] Esta cifra confirma la gran importancia de ese método.

Pero, ¿son las fusiones y adquisiciones la panfarmacia para manejar los cambiantes mercados globales y asegurar el éxito prospectivo de las empresas? Si se analizan los resultados con detenimiento, se puede reconocer que un gran número de fusiones y adquisiciones realizadas no han satisfecho las expectativas o incluso han destruido valor[3] Los riesgos son demasiado frecuentes, simplemente se subestiman[4] A menudo el fracaso se debe a la asimetría de información de los socios que actúan. Este efecto se denomina problema de la agencia principal.

Teoría de la agencia financiera

La teoría de la agencia es un principio que se utiliza para explicar y resolver problemas en la relación entre los principales de las empresas y sus agentes. Lo más habitual es que esa relación sea la que existe entre los accionistas, como principales, y los ejecutivos de la empresa, como agentes.

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Una agencia, en términos generales, es cualquier relación entre dos partes en la que una, el agente, representa a la otra, el principal, en las transacciones diarias. El principal o los principales han contratado al agente para que realice un servicio en su nombre.

Los mandantes delegan en los agentes el poder de decisión. Dado que el agente toma muchas decisiones que afectan al principal desde el punto de vista financiero, pueden surgir diferencias de opinión e incluso de prioridades e intereses. La teoría de la agencia parte de la base de que los intereses del principal y del agente no siempre están alineados. Esto se denomina a veces el problema principal-agente.

Por definición, un agente utiliza los recursos de un principal. El principal ha confiado dinero, pero tiene poca o ninguna participación en el día a día. El agente es el que toma las decisiones, pero corre poco o ningún riesgo, ya que cualquier pérdida será asumida por el principal.

Origen de la teoría de la agencia

Desarrollada para las empresas con ánimo de lucro (Ross, 1973; Meckling y Jensen, 1976; Fama, 1980), la teoría de la agencia o del agente-principal sostiene que los intereses de los principales y de los agentes están intrínsecamente desalineados, debido al supuesto de racionalidad de la teoría, es decir, que los individuos son oportunistas en el sentido de que persiguen su propio interés a veces a expensas de otros. También se supone que los mandantes -los propietarios de los activos de la empresa- son neutrales al riesgo, mientras que los agentes -que son empleados de la empresa- se describen como adversos al riesgo. Al ser los propietarios de la empresa, se considera que son los legítimos demandantes residuales, es decir, los legítimos demandantes de las rentas que quedan después de que se pague a todos los agentes y otros actores (proveedores).

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Así, en las sociedades con ánimo de lucro, ya sean cotizadas o privadas, los accionistas (mandantes) eligen en asamblea general a sus representantes en el consejo de administración, a veces algunos de ellos mismos, cuando existen accionistas principales o en bloque, como en L’Oréal, Bouygues o LVMH. Así, los consejeros son agentes de los accionistas. A continuación, los consejeros nombran al Director General (CEO), el agente ejecutivo clave, en el que el consejo delega los poderes ejecutivos.

Teoría de las partes interesadas

El problema agente-principal, en ciencias políticas, gestión de la cadena de suministro y economía (también conocido como dilema de la agencia o problema de la agencia) se produce cuando una persona o entidad (el “agente”) puede tomar decisiones y/o realizar acciones en nombre de otra persona o entidad (el “principal”), o que repercuten en ella[1]. Este dilema existe en circunstancias en las que los agentes están motivados para actuar en su propio interés, que es contrario al de sus principales, y es un ejemplo de riesgo moral. Los problemas también surgen cuando las empresas tienen un incentivo para ser cada vez más deferentes con los directivos que tienen participaciones en la propiedad[2]: 725, 741 Al estar los accionistas desincentivados para intervenir, hay menos controles sobre los directivos[2]: 725, 741 Los problemas también pueden surgir entre diferentes tipos de directivos.

El problema principal-agente suele surgir cuando las dos partes tienen intereses diferentes e información asimétrica (el agente tiene más información), de modo que el principal no puede asegurarse directamente de que el agente actúe siempre en su interés (el del principal),[4] especialmente cuando las actividades que son útiles para el principal son costosas para el agente, y cuando los elementos de lo que hace el agente son costosos de observar para el principal (véase riesgo moral y conflicto de intereses). A menudo, el principal puede estar lo suficientemente preocupado por la posibilidad de ser explotado por el agente como para decidir no realizar la transacción, cuando ésta habría sido mutuamente beneficiosa: un resultado subóptimo que puede reducir el bienestar general. La desviación del interés del principal por parte del agente se denomina “costes de agencia”[4].

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