Actividades de igualdad de genero para niños

Actividades de igualdad de género para la escuela primaria

La economía mundial saldría ganando. Según un estudio publicado por la Organización Internacional del Trabajo, si se redujera la desigualdad entre hombres y mujeres en el mercado laboral, aumentaría la tasa de empleo y, en consecuencia, el PIB mundial.

La salud es otro ámbito que se beneficiaría de acabar con la desigualdad de género. Según un estudio que analiza datos de 219 países, la mejora del acceso a la educación de niñas y mujeres reduciría la mortalidad infantil.

El medio ambiente también tendría motivos para estar agradecido si la humanidad ofreciera las mismas oportunidades a todos. El proyecto Drawdown, que trazó 100 estrategias para reducir el cambio climático y sus efectos, ha clasificado la educación de las niñas como la sexta forma más eficiente de reducir la contaminación por carbono para 2050, con un retorno de la inversión “incalculable”.

Las Naciones Unidas, al esbozar sus Objetivos de Desarrollo Sostenible, enumeran la igualdad de género como el quinto de los 17 objetivos que deben alcanzarse para 2030, con recomendaciones de políticas públicas para avanzar en la agenda a gran escala. Pero las acciones individuales tienen un enorme potencial de cambio.

Actividades de igualdad de género para estudiantes

Los mensajes de género están por todas partes. Desde las imágenes de los libros de texto hasta las de los anuncios de los autobuses, pasando por las conversaciones en el tren o en la gran pantalla, en las tiendas de ropa de los centros comerciales o en cualquier oficina de lujo. Dondequiera que miremos, estamos sumergidos en mensajes sobre lo que significa ser una mujer o un hombre “correcto” o “normal”. El género está en todas partes.

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La Annual Review of Psychology dice que los niños desarrollan un sentido del yo alrededor de los 18 meses, y luego “comienzan a participar activamente en la búsqueda de información sobre lo que los hombres y cómo deben comportarse”. Parte de este proceso consiste en adoptar comportamientos normativos de género y asociar el género con estereotipos básicos. Por ejemplo, que a las niñas les gusten las muñecas o que los niños tengan el pelo corto. Es entre los tres y los cinco años, cuando los niños asisten al preescolar, cuando estas ideas tienden a solidificarse.

Los profesores desempeñan un papel fundamental en la promoción de la disparidad de género en la escuela, ya que empezamos a crear hábitos y opiniones desde una edad temprana. La creación de oportunidades educativas equitativas para los alumnos comienza en el aula y con el profesor. Un profesor fuerte es aquel que trata a sus alumnos de forma justa, creando un entorno en el que los alumnos se sienten igual de partícipes.

Desigualdades de género

Aunque he intentado fomentar ciertas cualidades tradicionalmente “femeninas” en mis hijos, como la tolerancia y la compasión (y les he dado permiso para que expresen plenamente las emociones que a menudo se desaconsejan en los niños y se fomentan en las niñas), también he intentado que mi hija tenga acceso a lo que puede considerarse como actividades “masculinas”, como pisar el barro y construir con bloques.

No hay nada malo en las muñecas o los camiones, sean rosas o azules.    El daño se produce cuando sólo permitimos un conjunto de opciones a cada grupo de género.    Limitar a nuestros hijos a las “preferencias” de género no sólo es aplastante para el individuo, sino que divide a nuestras comunidades.    Hasta que tanto los niños como las niñas no tengan un abanico completo de oportunidades y experiencias, ninguno de ellos podrá desarrollar todo su potencial.    Es sencillamente imposible y perjudicial obligar a todas las personas a realizar actividades, vestirse, elegir personalidades y carreras en función del género; ¿no sería el mundo un lugar mucho mejor si no tuviéramos estas limitaciones?    El efecto que estas barreras innecesarias tienen sobre el individuo y las relaciones es enorme.

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Igualdad de género en la educación infantil

La economía mundial saldría ganando. Según un estudio publicado por la Organización Internacional del Trabajo, si se redujera la desigualdad entre hombres y mujeres en el mercado laboral, aumentaría la tasa de empleo y, en consecuencia, el PIB mundial.

La salud es otro ámbito que se beneficiaría de acabar con la desigualdad de género. Según un estudio que analiza datos de 219 países, la mejora del acceso a la educación de niñas y mujeres reduciría la mortalidad infantil.

El medio ambiente también tendría motivos para estar agradecido si la humanidad ofreciera las mismas oportunidades a todos. El proyecto Drawdown, que trazó 100 estrategias para reducir el cambio climático y sus efectos, ha clasificado la educación de las niñas como la sexta forma más eficiente de reducir la contaminación por carbono para 2050, con un retorno de la inversión “incalculable”.

Las Naciones Unidas, al esbozar sus Objetivos de Desarrollo Sostenible, enumeran la igualdad de género como el quinto de los 17 objetivos que deben alcanzarse para 2030, con recomendaciones de políticas públicas para avanzar en la agenda a gran escala. Pero las acciones individuales tienen un enorme potencial de cambio.

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