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La ciencia de la felicidad: La ciencia de la felicidad.
La semana pasada, al hablar de las limitaciones asociadas a la vinculación de la búsqueda del placer con una felicidad duradera, nos referimos a la adaptación: en esencia, la tendencia humana a ajustarse a los cambios de circunstancias, ya sean positivos o negativos.
La afirmación básica de esta teoría es que el nivel general de felicidad de cada individuo va a estar, al menos en parte, determinado por los genes. Algunos estudios han descubierto que la heredabilidad del bienestar subjetivo alcanza el 80%, pero los defensores de la teoría suelen situar la cifra en torno al 50%.
En términos sencillos, esto sugiere que aproximadamente la mitad de nuestra capacidad para experimentar la felicidad está predeterminada, de alguna manera “fijada” por nuestros genes. Esto, a su vez, indica que cada uno de nosotros tiene un nivel de felicidad por defecto, al que tenderemos a volver con el tiempo. Por ejemplo, si nos toca la lotería, eso puede aumentar nuestros niveles de felicidad, pero tenderemos a volver a ese punto de referencia. La misma lógica se aplica a las experiencias negativas. Así, si, como se mencionó la semana pasada, sufrimos una lesión grave, eso tendrá un impacto negativo en nuestros niveles de felicidad, pero la expectativa es que gradualmente volvamos a ese punto de referencia.
Los 3 mitos de la felicidad
La satisfacción es el estado de ser feliz y estar satisfecho. En Acción de Gracias, cuando pienses en todo lo que agradeces, es de esperar que te sientas satisfecho. Si no es así, cómete otro trozo de tarta y entonces sentirás satisfacción.
El contentamiento no es un tipo de felicidad excitada, es más bien una tranquilidad de espíritu. Es estar satisfecho con lo que tienes, sea lo que sea. Puede que te sientas satisfecho sabiendo que tienes una taza de chocolate caliente y una buena película que esperar esta noche. O puede que te sientas satisfecho pensando en la gran propiedad que acabas de comprar en los Hamptons. Sea lo que sea lo que está ocurriendo en tu vida, estás contento con ello.
Flujo: felicidad en superfocalización
La cinta hedónica, también conocida como adaptación hedónica, es la tendencia observada en los seres humanos a volver rápidamente a un nivel relativamente estable de felicidad a pesar de los grandes acontecimientos positivos o negativos o de los cambios en la vida[1].
Según esta teoría, a medida que una persona gana más dinero, las expectativas y los deseos aumentan a la par, lo que hace que no haya una ganancia permanente de felicidad. Philip Brickman y Donald T. Campbell acuñaron el término en su ensayo “El relativismo hedónico y la planificación de la buena sociedad” (1971)[2] El punto de vista de la cinta hedónica sugiere que la riqueza no aumenta el nivel de felicidad[3] El bienestar subjetivo podría estar determinado en gran medida por la genética; es decir, la felicidad podría ser un rasgo heredable[4].
La adaptación hedónica es un proceso o mecanismo que reduce el impacto afectivo de los acontecimientos emocionales. En general, la adaptación hedónica implica un “punto de ajuste” de la felicidad, por el que los seres humanos suelen mantener un nivel constante de felicidad a lo largo de su vida, a pesar de los acontecimientos que ocurren en su entorno[2][5] El proceso de adaptación hedónica se suele conceptualizar como una cinta de correr, ya que por mucho que se intente conseguir un aumento de la felicidad, se permanecerá en el mismo lugar.
Cómo ser feliz: la ecuación de la felicidad al descubierto
La felicidad es un estado emocional caracterizado por sentimientos de alegría, satisfacción, satisfacción y plenitud. Aunque la felicidad tiene muchas definiciones diferentes, a menudo se describe como algo que implica emociones positivas y satisfacción vital.
Dado que la felicidad tiende a ser un término tan amplio, los psicólogos y otros científicos sociales suelen utilizar el término “bienestar subjetivo” cuando hablan de este estado emocional. Tal y como suena, el bienestar subjetivo tiende a centrarse en los sentimientos personales generales de un individuo sobre su vida en el presente.
Las personas felices siguen sintiendo toda la gama de emociones humanas -enfado, frustración, aburrimiento, soledad e incluso tristeza- de vez en cuando. Pero incluso cuando se enfrentan al malestar, tienen un sentimiento subyacente de optimismo de que las cosas mejorarán, de que pueden afrontar lo que está ocurriendo y de que podrán volver a sentirse felices.
La hedonia y la eudemonía se conocen hoy en día en psicología como placer y significado, respectivamente. Más recientemente, los psicólogos han sugerido que se añada un tercer componente relacionado con el compromiso. Se trata de sentimientos de compromiso y participación en diferentes ámbitos de la vida.
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