▷ Generacion del 27 las sin sombrero

apokalipsilver

El nombre que se le conoce a esta generación de artistas se debe al acto de rebeldía [ 1 ] que protagonizaron Margarita Manso y Maruja Mallo (ambas residentes de la Real Academia de San Fernando ) por parte de Salvador Dalí y Federico García Lorca al descubrir sus cabezas al quitarse los sombreros al pasar por la Puerta del Sol, lo que provocó insultos y que los demás transeúntes las apedrearan. [ 2 ]

La cuestión femenina se sumó a la crisis de 1898 ya que el movimiento feminista, nacido en Inglaterra y Estados Unidos, que incorporó a la mujer al mundo del trabajo, provocó la aparición de una nueva mujer que, sobre todo después de la Primera Guerra Mundial, fue asumiendo un papel cada vez más relevante en la sociedad. [ 3 ]

La creación del Lyceum Club Femenino , en 1926, bajo la dirección de María de Maeztu, supuso un aglutinante del despegue cultural y vital femenino. También en pocos meses aparecieron cinco revistas femeninas que abarcaban todo el espectro político: Mujer (republicana), Nosotras (marxista), Aspiraciones (extrema derecha), Ellas (derecha) y Cultura Integral y Femenina (republicana). Los de la izquierda querían favorecer la liberación de la mujer, los de la derecha querían apoyar el papel tradicional. [ 4 ]

chalino sánchez – juan machado (letra oficial)

Pintora surrealista perteneciente a la Generación del 27, nació en Viveiro, Lugo, en 1902, y murió en Madrid en 1995. Uno de los espíritus más libres y excéntricos del grupo de artistas plásticos de la Generación del 27 que transformó el papel de la mujer. Fue una de las fundadoras del grupo Las Sinsombrero. Después de la Guerra Civil vivió exiliada en varios países latinoamericanos, como Uruguay, Argentina y Chile. Regresó a España en 1962 y, a pesar del olvido, montó una exposición y retomó su trabajo como ilustradora para la Revista de Occidente, fundada por Ortega y Gasset, donde había comenzado a colaborar en 1928. García Lorca la definió así: “Maruja Mallo, entre Verbena y Espantapájaros cabe toda la belleza del mundo dentro del ojo, sus cuadros son los que he visto pintados con más imaginación, emoción y sensualidad”.

Junto a Lorca, Dalí y Margarita Manso ideó el movimiento de Las Sinsombrero. Un día, paseando por la Puerta de Sol, se les ocurrió quitarse el sombrero para “descongestionar las ideas”, un gesto trivial con el que levantaron un escándalo y por el que fueron apedreados. La anécdota, décadas después, dio nombre al movimiento de emancipación femenina propio de la Generación del 27.

música

El trabajo le llega a la pianista y compositora Sheila Blanco porque en su casa se respiraba música. Sus padres se empeñaron en que las tres hijas fueran al conservatorio, así que pasó años compaginando su formación en periodismo con el piano académico.

Rodeada de discos de copla y de los Beatles, a los 15 o 16 años empezó a cantar y componer, y ahora defiende la universalización de la educación musical, no por el virtuosismo, sino por las puertas (mentales) que abren el dominio del lenguaje musical.

En 2016 descubrió a las mujeres de la Generación del 27 y su vida dio un vuelco, se obsesionó con ellas, las rastreó y los versos vernáculos de algunas compusieron notas que las envuelven y magnifican. Ahora publica Cantando a las poetas del 27 , un disco en el que ofrece piano y voz, ritmo y compás, a poemas de Carmen Conde, Ernestina de Champourcín, Concha Méndez, Elisabeth Mulder, Pilar de Valderrama, Margarita Ferreras, Josefina Romo Arregui y Dolores Catarineu. Se puede escuchar en Bandcamp.

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Las escritoras de la “Generación del 27”, al igual que otras muchas mujeres de nuestra historia cultural, han sido invisibilizadas desde el principio por el relato hegemónico del periodo republicano, constituyendo un verdadero punto ciego en los manuales de literatura, repertorios bibliográficos, antologías y programas de estudio de los diferentes niveles educativos en España. Aunando las bases teóricas del materialismo histórico y del feminismo crítico, este ensayo pretende en su primera parte profundizar en las razones de este olvido selectivo por parte de los hombres que vivieron junto a ellas el fervor republicano, la guerra [civil española] y el largo camino del exilio, sin olvidar las muy perniciosas políticas de olvido ejercidas por la dictadura y la indiferencia de los posteriores gobiernos democráticos, que las han ido tachando poco a poco de la memoria colectiva.

En línea con las corrientes memorialistas de las últimas décadas, y frente a un sistema de vida que nunca recuerda, la segunda parte se adentra en el origen de las primeras intelectuales del siglo XX para explicar cómo sus pioneras reivindicaciones políticas y educativas hicieron posible esta siguiente generación de mujeres de vanguardia que, ya en el espacio de libertad republicano, llegaron a ser nombres fundamentales de nuestras letras, aún por redescubrir, como entre otras Rosa Chacel, María Zambrano, Concha Méndez o Ernestina de Chapourcín.