Idioma de signos español

Lengua de signos francesa

Desde un punto de vista estrictamente lingüístico, la lengua de signos española hace referencia a una variedad de lengua de signos empleada en una extensa zona del centro-interior de la Península Ibérica, teniendo Madrid como epicentro cultural y lingüístico, con otras variedades empleadas en regiones como Asturias, Aragón, Murcia, partes de Andalucía occidental y cerca de la provincia de Burgos[2].

La inteligibilidad mutua con el resto de las lenguas de signos utilizadas en España es, en general, alta debido a un léxico muy compartido. Sin embargo, la lengua de signos catalana, la lengua de signos valenciana y los dialectos de la lengua de signos española utilizados en Andalucía oriental, Canarias, Galicia y el País Vasco son los más distintivos desde el punto de vista del léxico (entre un 10 y un 30% de diferencia en el uso de los sustantivos, según el caso). Sólo las lenguas de signos catalana y valenciana comparten menos del 75% de su vocabulario con el resto de los dialectos españoles, lo que las convierte en dialectos especialmente marcados, distintos o incluso en lenguas separadas de la lengua de signos española, según los métodos que se utilicen para determinar la lengua frente al dialecto. Algunos lingüistas consideran que tanto éstas como la lengua de signos española son tres variantes de una lengua de signos polimórfica.

Lengua de signos española mas

2Nos centraremos en la explicación de las causas de la rutinización de configuraciones, movimientos y posiciones de la mano específicos en la articulación de los signos. El estatus de estas unidades ha sido objeto de controversia en la literatura. Stokoe es un buen ejemplo de esta afirmación. En su primer análisis (Stokoe 1960), estos componentes se consideraban “cheremes”, es decir, la contrapartida manual de los “fonemas”, unidades mínimas sin significado. Pero en los años 90, argumentó que los articuladores de las lenguas de signos podían analizarse como agentes que realizaban acciones (Stokoe 1991; Armstrong, Stokoe y Wilcox 1995). Así pues, a pesar de la función distintiva que ha constituido la base de su reivindicación del estatus lingüístico, estas unidades no carecen de significado. Al contrario, algunas de ellas pueden actuar como predicados clasificadores y son una fuente muy rica de innovación léxica.

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4 Nos centraremos en el componente manual de los signos, sin excluir totalmente los articuladores faciales. Los datos contenidos en el diccionario sobre este componente son escasos y poco sistemáticos, pero para un pequeño grupo de signos la intervención de los componentes no manuales será crucial.

Diccionario de la lengua de signos española

ResumenLa base de datos LSE-Sign es una herramienta online gratuita para seleccionar materiales de estímulo de la lengua de signos española que se utilizarán en los experimentos. Contiene 2.400 signos individuales tomados de un reciente diccionario estandarizado de LSE, y otros 2.700 no-signos relacionados. Cada entrada está codificada para una amplia gama de información gramatical, fonológica y articulatoria, incluyendo la forma de la mano, la ubicación, el movimiento y los elementos no manuales. Se puede acceder a la base de datos a través de un sistema de búsqueda gráfico muy flexible, tanto en lo que respecta a las opciones de búsqueda disponibles como a la forma en que se muestran los resultados. LSE-Sign está disponible en el siguiente sitio web: http://www.bcbl.eu/databases/lse/.

Fiabilidad entre codificadoresComo se mencionó en la descripción del proceso de codificación, una prueba inicial de fiabilidad entre codificadores en una pequeña muestra de signos (n=10) reveló un alto grado de uniformidad entre los tres codificadores. Para medir la fiabilidad entre codificadores (IRR) de forma más exhaustiva, se recodificó una muestra de la base de datos para compararla con la codificación original. Como los codificadores originales ya no estaban disponibles para hacerlo, tres nuevos codificadores realizaron la recodificación. Los recodificadores eran investigadores oyentes muy competentes en LSE e intérpretes de lengua de signos cualificados (uno de los cuales era el coordinador del proceso de codificación original). Cada recodificador fue emparejado al azar con uno de los codificadores originales y se le asignaron 100 entradas que el codificador original había transcrito. Esto significó que se recodificaron 300 lemas (tanto signos como no signos), lo que representa casi el 6 % de la base de datos. Los recodificadores se sometieron a un proceso de formación similar para unificar los criterios de codificación, y el proceso de recodificación y la interfaz fueron los mismos que los empleados en la codificación original.Nota 5

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Palabras en lengua de signos española

2Nos centraremos en la explicación de las causas de la rutinización de determinadas configuraciones, movimientos y posiciones de la mano en la articulación de los signos. El estatus de estas unidades ha sido objeto de controversia en la literatura. Stokoe es un buen ejemplo de esta afirmación. En su primer análisis (Stokoe 1960), estos componentes se consideraban “cheremes”, es decir, la contrapartida manual de los “fonemas”, unidades mínimas sin significado. Pero en los años 90, argumentó que los articuladores de las lenguas de signos podían analizarse como agentes que realizaban acciones (Stokoe 1991; Armstrong, Stokoe y Wilcox 1995). Así pues, a pesar de la función distintiva que ha constituido la base de su reivindicación del estatus lingüístico, estas unidades no carecen de significado. Al contrario, algunas de ellas pueden actuar como predicados clasificadores y son una fuente muy rica de innovación léxica.

4 Nos centraremos en el componente manual de los signos, sin excluir totalmente los articuladores faciales. Los datos contenidos en el diccionario sobre este componente son escasos y poco sistemáticos, pero para un pequeño grupo de signos la intervención de los componentes no manuales será crucial.

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