Origen de los planetas del momento

planetas que comienzan con una

Las estrellas se forman en regiones de nebulosas densas, compuestas por gas y polvo. Las nubes más oscuras son regiones de polvo y gas más densas, que pueden encogerse y formar pequeñas agrupaciones de estrellas. Durante sus primeros 50 a 100 millones de años, el sol y el sistema solar estuvieron probablemente inmersos en una región con este aspecto.

En el sistema solar original, el sol estaba rodeado por una nube de polvo y gas en forma de disco tras su formación, hace 4.550 millones de años. En esta nube, o “nebulosa solar”, innumerables partículas de polvo se condensaron a partir del gas y orbitaron alrededor del sol en órbitas casi circulares. Las partículas adyacentes chocaban a una velocidad relativamente baja, del mismo modo que los coches de carreras a gran velocidad que se desplazan por una pista circular podrían chocar entre sí. Nuestro programa representa los movimientos de estas partículas a diferentes distancias del sol, y rastrea los resultados de las colisiones basándose en las propiedades físicas y mecánicas reales. Cuando ejecutamos el programa con diferentes condiciones de partida, podemos ver realmente cómo las innumerables partículas pequeñas se agregan en un número menor de cuerpos grandes, produciendo finalmente un sistema de unos cuantos planetas. El programa nos permite estudiar las condiciones en las que se forman los planetas.

introducción a los planetas

La formación y evolución del Sistema Solar comenzó hace unos 4.500 millones de años con el colapso gravitatorio de una pequeña parte de una gigantesca nube molecular[1] La mayor parte de la masa colapsada se acumuló en el centro, formando el Sol, mientras que el resto se aplanó formando un disco protoplanetario a partir del cual se formaron los planetas, lunas, asteroides y otros pequeños cuerpos del Sistema Solar.

Este modelo, conocido como hipótesis nebular, fue desarrollado por primera vez en el siglo XVIII por Emanuel Swedenborg, Immanuel Kant y Pierre-Simon Laplace. Su desarrollo posterior ha entrelazado diversas disciplinas científicas, como la astronomía, la química, la geología, la física y la ciencia planetaria. Desde los albores de la era espacial, en la década de 1950, y el descubrimiento de planetas extrasolares, en la de 1990, el modelo se ha puesto en tela de juicio y se ha perfeccionado para tener en cuenta las nuevas observaciones.

El Sistema Solar ha evolucionado considerablemente desde su formación inicial. Muchas lunas se han formado a partir de discos de gas y polvo que giran alrededor de sus planetas progenitores, mientras que otras lunas se han formado de forma independiente y posteriormente han sido capturadas por sus planetas. Otras, como la Luna de la Tierra, pueden ser el resultado de colisiones gigantescas. Las colisiones entre cuerpos se han producido continuamente hasta nuestros días y han sido fundamentales para la evolución del Sistema Solar. Las posiciones de los planetas podrían haberse desplazado debido a las interacciones gravitatorias[2]. Actualmente se piensa que esta migración planetaria fue la responsable de gran parte de la evolución temprana del Sistema Solar.

hipótesis nebular

La cuestión del origen del sistema solar es una fuente de especulación desde hace más de cien años; pero, a pesar de la atención que se le ha dedicado, todavía no se ha obtenido una respuesta realmente satisfactoria. Actualmente hay tres hipótesis principales que parecen contener un gran elemento de verdad, medido por la aproximación de sus consecuencias a los hechos del estado actual del sistema, pero ninguna de ellas es totalmente satisfactoria. Se trata de la hipótesis nebular de Laplace, la hipótesis planetesimal de Chamberlin y Moulton y la teoría de la captura de See. La teoría de la fricción de las mareas de Darwin apenas es una hipótesis distinta, pero se menciona por separado debido a su aplicación a todas las demás. Las principales características de estas hipótesis se expondrán en el presente trabajo.

La hipótesis de Laplace: Según Laplace, el sistema solar consistía antiguamente en una masa de gas muy aplanada, que se extendía más allá de la órbita de Neptuno y giraba como un cuerpo rígido. Como consecuencia de la radiación de energía, esta masa se contrajo lentamente, y al hacerlo ganó tanta velocidad angular que la fuerza centrífuga en el ecuador llegó a ser mayor que la gravedad, y quedó un anillo de materia a lo largo del ecuador. Una mayor contracción desprendería una serie de anillos. Se espera que éstos se rompan de tal manera que cada uno de ellos produzca un planeta gaseoso. Éste podría evolucionar posteriormente de la misma manera que la nebulosa original, produciendo así satélites. Las críticas a esta hipótesis en su forma original son muy conocidas, y sólo se resumirán aquí.

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