Psicología del aburrimiento

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Superar el aburrimiento

En el uso convencional, el aburrimiento es un estado emocional y ocasionalmente psicológico que se experimenta cuando un individuo se queda sin nada en particular que hacer, no se interesa por su entorno o siente que un día o un periodo es aburrido o tedioso. También es entendido por los estudiosos como un fenómeno moderno que tiene una dimensión cultural. “No existe una definición universalmente aceptada del aburrimiento. Pero sea lo que sea, sostienen los investigadores, no es simplemente otro nombre para la depresión o la apatía. Parece ser un estado mental específico que la gente encuentra desagradable: una falta de estimulación que les hace desear un alivio, con una serie de consecuencias conductuales, médicas y sociales”[1] Según BBC News, el aburrimiento “…puede ser un estado mental peligroso y perturbador que daña la salud”; sin embargo, las investigaciones “…sugieren que sin el aburrimiento no podríamos lograr nuestras hazañas creativas”[2].

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En Experiencia sin cualidades: Boredom and Modernity, Elizabeth Goodstein rastrea el discurso moderno sobre el aburrimiento a través de textos literarios, filosóficos y sociológicos para descubrir que, como “fenómeno articulado discursivamente… el aburrimiento es a la vez objetivo y subjetivo, emoción e intelectualización, no sólo una respuesta al mundo moderno, sino también una estrategia históricamente constituida para hacer frente a sus descontentos”[3] En ambas concepciones, el aburrimiento tiene que ver fundamentalmente con una experiencia del tiempo y con problemas de significado[cita requerida].

¿es el aburrimiento una emoción?

En el uso convencional, el aburrimiento es un estado emocional y ocasionalmente psicológico que se experimenta cuando un individuo se queda sin nada en particular que hacer, no se interesa por su entorno o siente que un día o un periodo es aburrido o tedioso. También es entendido por los estudiosos como un fenómeno moderno que tiene una dimensión cultural. “No existe una definición universalmente aceptada del aburrimiento. Pero sea lo que sea, sostienen los investigadores, no es simplemente otro nombre para la depresión o la apatía. Parece ser un estado mental específico que la gente encuentra desagradable: una falta de estimulación que les hace desear un alivio, con una serie de consecuencias conductuales, médicas y sociales”[1] Según BBC News, el aburrimiento “…puede ser un estado mental peligroso y perturbador que daña la salud”; sin embargo, las investigaciones “…sugieren que sin el aburrimiento no podríamos lograr nuestras hazañas creativas”[2].

En Experiencia sin cualidades: Boredom and Modernity, Elizabeth Goodstein rastrea el discurso moderno sobre el aburrimiento a través de textos literarios, filosóficos y sociológicos para descubrir que, como “fenómeno articulado discursivamente… el aburrimiento es a la vez objetivo y subjetivo, emoción e intelectualización, no sólo una respuesta al mundo moderno, sino también una estrategia históricamente constituida para hacer frente a sus descontentos”[3] En ambas concepciones, el aburrimiento tiene que ver fundamentalmente con una experiencia del tiempo y con problemas de significado[cita requerida].

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Síntomas del aburrimiento

En el uso convencional, el aburrimiento es un estado emocional y ocasionalmente psicológico que se experimenta cuando un individuo se queda sin nada en particular que hacer, no se interesa por su entorno o siente que un día o un periodo es aburrido o tedioso. También es entendido por los estudiosos como un fenómeno moderno que tiene una dimensión cultural. “No existe una definición universalmente aceptada del aburrimiento. Pero sea lo que sea, sostienen los investigadores, no es simplemente otro nombre para la depresión o la apatía. Parece ser un estado mental específico que la gente encuentra desagradable: una falta de estimulación que les hace desear un alivio, con una serie de consecuencias conductuales, médicas y sociales”[1] Según BBC News, el aburrimiento “…puede ser un estado mental peligroso y perturbador que daña la salud”; sin embargo, las investigaciones “…sugieren que sin el aburrimiento no podríamos lograr nuestras hazañas creativas”[2].

En Experiencia sin cualidades: Boredom and Modernity, Elizabeth Goodstein rastrea el discurso moderno sobre el aburrimiento a través de textos literarios, filosóficos y sociológicos para descubrir que, como “fenómeno articulado discursivamente… el aburrimiento es a la vez objetivo y subjetivo, emoción e intelectualización, no sólo una respuesta al mundo moderno, sino también una estrategia históricamente constituida para hacer frente a sus descontentos”[3] En ambas concepciones, el aburrimiento tiene que ver fundamentalmente con una experiencia del tiempo y con problemas de significado[cita requerida].

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