Sentidos del ser humano

Sentidos del ser humano

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Experimentamos el mundo que nos rodea a través de nuestros cinco sentidos principales, a saber, la vista, el oído, el tacto, el gusto y el olfato, que se demuestran en las siguientes obras de arte. Los sentidos alimentan nuestro cerebro con fragmentos de información que nos ayudan a construir una imagen del complicado mundo que nos rodea. Científicamente, un sentido se define como un medio de recibir información del entorno o del cuerpo y convertirla en un código eléctrico-químico que es procesado por el cerebro. De los cinco sentidos, la visión parece el más importante. Los seres humanos son bastante únicos en su dependencia de la vista como sentido dominante y esto se refleja en lo complicados que son nuestros ojos en relación con otras criaturas. El sentido de la visión que muestran las Figuras 1-3 es el más importante y nos permite ver el mundo que nos rodea. Se define como la percepción de un objeto por el ojo o el proceso, poder o función de ver.

En el proceso de ver, los estímulos luminosos recibidos por el ojo son interpretados por el cerebro y construidos en una representación de la posición, la forma, el brillo y, normalmente, el color de los objetos en el espacio. También permite distinguir entre objetos cercanos y lejanos, medir distancias y crear en el cerebro un espacio tridimensional. En

cuáles son los 5 sentidos humanos

La definición común de un “sentido” es “cualquier sistema que consiste en un grupo de tipos de células sensoriales que responden a un fenómeno físico específico y que corresponde a un grupo particular de regiones dentro del cerebro, donde se reciben e interpretan las señales”.

Capacidad de percibir el calor y el frío. Esto también se considera más de un sentido, no sólo por los dos receptores de calor/frío, sino también porque hay un tipo de termoceptor completamente diferente, en cuanto al mecanismo de detección, en el cerebro.  Estos termoceptores del cerebro sirven para controlar la temperatura interna del cuerpo.

Este sentido le da la capacidad de decir dónde están las partes de su cuerpo, en relación con otras partes del cuerpo.  Es una de las cosas que los policías comprueban cuando detienen a alguien que creen que conduce ebrio.  La prueba de “cerrar los ojos y tocarse la nariz” pone a prueba este sentido.

En una palabra, el dolor.  Antes se consideraba el resultado de la sobrecarga de otros sentidos, como el tacto. Pero ahora se considera un sistema sensorial propio.    Hay tres tipos distintos de receptores del dolor: cutáneo (piel), somático (huesos y articulaciones) y visceral (órganos del cuerpo).

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La luz de la lámpara (1.) funciona como un cambio detectable en el entorno de la planta. Como resultado, la planta exhibe una reacción de fototropismo–crecimiento direccional (2.) hacia el estímulo luminoso

En fisiología, un estímulo[1] es un cambio detectable en la estructura física o química del entorno interno o externo de un organismo. La capacidad de un organismo u órgano para detectar los estímulos externos, de modo que pueda producirse una reacción adecuada, se denomina sensibilidad (excitabilidad[2]). Los receptores sensoriales pueden recibir información desde el exterior del cuerpo, como los receptores del tacto que se encuentran en la piel o los receptores de luz en el ojo, así como desde el interior del cuerpo, como los quimiorreceptores y los mecanorreceptores. Cuando un receptor sensorial detecta un estímulo, puede provocar un reflejo a través de la transducción del estímulo. Un estímulo interno suele ser el primer componente de un sistema de control homeostático. Los estímulos externos son capaces de producir respuestas sistémicas en todo el cuerpo, como en la respuesta de lucha o huida. Para que un estímulo sea detectado con alta probabilidad, su nivel de fuerza debe superar el umbral absoluto; si una señal alcanza el umbral, la información se transmite al sistema nervioso central (SNC), donde se integra y se toma una decisión sobre cómo reaccionar. Aunque los estímulos suelen hacer que el cuerpo responda, es el SNC el que finalmente determina si una señal provoca una reacción o no.

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Un estudio reveló que las culturas que daban un valor especial a su patrimonio musical especializado eran capaces de comunicarse con mayor eficacia a la hora de describir sonidos, incluso cuando se ponían a prueba personas que no eran músicos. Del mismo modo, vivir en una cultura que produce cerámica con dibujos hacía que la gente fuera más capaz de hablar de las formas.

“Investigaciones anteriores han demostrado que a los angloparlantes les resulta fácil hablar de las cosas que pueden ver, como los colores y las formas, pero les cuesta nombrar las cosas que huelen.    Sin embargo, no se sabía si esto era universalmente cierto en otras lenguas y culturas”.

Para responder a esta pregunta, un equipo internacional dirigido por el profesor Majid, realizó un experimento a gran escala para investigar la facilidad con la que las personas podían comunicarse sobre colores, formas, sonidos, texturas, sabores y olores.

Si la jerarquía comúnmente aceptada de los sentidos fuera cierta, los participantes en el estudio deberían haber sido capaces de comunicarse sobre la visión con mayor facilidad, seguidos de los sonidos, como fuerte y silencioso; las texturas, como suave y áspero; el sabor, como dulce y agrio; y el olor, como chocolate y café.

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