Tareas para niños de primaria

por qué los alumnos deben tener deberes

PropósitoEste estudio cuantitativo exploró, a través de una investigación con encuestas basadas en la percepción, la salud social y emocional de los niños de primaria de 3 a 6 años y las presiones escolares a las que se enfrentan, concretamente los deberes. Los investigadores aplicaron cuestionarios recién desarrollados que abordaban las perspectivas de los alumnos, los profesores y los padres sobre los deberes y el bienestar socio-emocional de los niños. Los investigadores también examinaron las perspectivas sobre el propósito de los deberes, la existencia de políticas escolares sobre los deberes y el impacto percibido de los deberes sobre el sueño de los niños y las relaciones familiares. Dada la escasez de investigaciones previas en esta área, uno de los principales objetivos de este estudio fue explorar las asociaciones entre las demandas académicas y el bienestar infantil con la suficiente amplitud como para permitir la identificación de asociaciones potenciales que puedan ser examinadas más a fondo por futuras investigaciones. Estas asociaciones preliminares y las tendencias de respuesta a los ítems pueden servir de base para futuros estudios con diseños causales, experimentales o más centrados en la psicometría. En la Fig. 1 se ofrece un marco conceptual para este estudio.Fig. 1Marco conceptualImagen a tamaño completoPreguntas de investigación

investigación sobre los deberes en la escuela primaria

En 2015, una escuela primaria pública de Nueva York fue noticia cuando decidió suprimir los deberes, alegando que no beneficiaban a los niños. Muchos padres se indignaron y amenazaron con sacar a sus hijos si el colegio no volvía a asignar deberes. Sin embargo, desde entonces, un pequeño pero creciente número de escuelas primarias de Estados Unidos están siguiendo la tendencia. ¿Quién tiene razón?
Mucho antes de que apareciera el coronavirus, los niños de primaria ya estaban más estresados que cualquier otra generación anterior. Aunque existen numerosas causas para ese estrés, la carga de los deberes escolares desempeña un papel importante. Hace más de una década, un estudio realizado por Metlife en 2007 ya informaba de que el 28% de los alumnos de entre 3 y 6 años se estresaban “a menudo” o “muy a menudo” por los deberes y, desde entonces, el estrés entre los niños no hace más que crecer. Más recientemente, el 65% de los padres afirmó que el estrés relacionado con los deberes afectaba negativamente a sus familias. El estrés por los deberes puede afectar a la salud de los estudiantes al provocarles dolores de cabeza y problemas estomacales. Algunos niños sufren privación de sueño al quedarse despiertos hasta muy tarde para terminar los deberes. Esto es perjudicial tanto para la salud de los niños como para su capacidad de aprendizaje, ya que se ha demostrado que el sueño ayuda a consolidar la memoria. Además, como los padres suelen tener que recordar a los alumnos de primaria que hagan los deberes, a menudo se convierte en una fuente de estrés aún mayor, gracias a las discusiones que inevitablemente surgen entre padres e hijos.

deberes para los niños

El debate sobre los deberes escolares se reavivó en el curso escolar de otoño de 2016, cuando un puñado de profesores de primaria pusieron en marcha políticas de reducción drástica de los deberes que se hicieron virales, ya que los padres se levantaron para aplaudirlas o condenarlas.
Las políticas que acapararon tanta atención establecen que los profesores no darían a los estudiantes ninguna tarea por las tardes, o que los deberes consistirían únicamente en el trabajo no completado ese día en la escuela. Para muchos padres, estas políticas son un alivio. Sus hijos pasan todo el día en la escuela, e incluso una pequeña carga de deberes interrumpe el escaso tiempo que los niños tienen para jugar, asistir a otras actividades o disfrutar del tiempo en familia.
El furor por la cantidad de deberes asignados a los alumnos de primaria alcanzó un punto álgido este año, en medio de los titulares que anunciaban la existencia de una investigación que concluía que la asignación de deberes a estos alumnos no mejoraba su rendimiento académico. Si bien los titulares acapararon mucha atención, apenas arañan la superficie de esta complicada cuestión.
Históricamente, los defensores de los deberes citaban investigaciones que instaban a los profesores a seguir la regla de los “10 minutos”, que significa asignar a los alumnos 10 minutos de deberes por curso. Por ejemplo, un alumno de primer grado podría tener 10 minutos de deberes por noche, mientras que un alumno de tercer grado podría tener hasta 30 minutos de trabajo. En teoría, la cantidad e intensidad de los deberes debería aumentar con la edad.

por qué los alumnos deberían tener menos deberes

La Asociación Nacional de Padres de Alumnos (PTA) y la Asociación Nacional de Educación (NEA) apoyan la “pauta de los 10 minutos de deberes”, es decir, 10 minutos de deberes por noche y por curso. Pero muchos profesores y padres se apresuran a señalar que lo importante es la calidad de los deberes asignados y su adecuación a las necesidades de los alumnos, no la cantidad de tiempo que se les dedica.
La directriz no tiene en cuenta a los alumnos que pueden necesitar dedicar más o menos tiempo a las tareas. En clase, los profesores pueden hacer ajustes para ayudar a los alumnos con dificultades, pero en casa, una tarea que a un alumno le lleva 30 minutos puede llevarle a otro el doble de tiempo, a menudo por razones ajenas a su voluntad. Y los deberes pueden aumentar la brecha de rendimiento, poniendo en desventaja a los alumnos de familias con bajos ingresos y a los que tienen problemas de aprendizaje.
Cuando los niños empiezan a ir a la escuela, hay que centrarse en cultivar el amor por el aprendizaje, y asignar demasiados deberes puede socavar ese objetivo. Además, los estudiantes jóvenes no suelen tener las habilidades de estudio necesarias para sacar el máximo provecho de los deberes, por lo que pueden ser un mal uso del tiempo (Cooper, 1989; Cooper et al., 2006; Marzano & Pickering, 2007). Una actividad más eficaz puede ser la lectura nocturna, especialmente si los padres se implican. Los beneficios de la lectura son claros: si los estudiantes no son lectores competentes al final del tercer grado, tienen menos probabilidades de tener éxito académico y de graduarse en la escuela secundaria (Fiester, 2013).

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