Informe laboral seguridad social

Manual de la seguridad social

La política del programa de discapacidad de la SSA requiere cinco pasos de evaluación secuencial para determinar si los solicitantes adultos cumplen los requisitos para recibir las prestaciones por discapacidad. Los pasos uno a tres implican la toma de decisiones de elegibilidad basadas esencialmente en la información sobre la gravedad de las deficiencias médicas de los solicitantes. Los pasos cuatro y cinco requieren información sobre el trabajo que existe a nivel nacional. En el cuarto paso, se comparan las capacidades funcionales de los demandantes con las exigencias de su trabajo anterior, tal y como lo describen ellos mismos y como lo suelen realizar los trabajadores en la economía nacional. El quinto paso consiste en determinar si existen otros tipos de trabajo en la economía nacional que el demandante pueda realizar.

Actualmente, las decisiones tomadas en los pasos cuatro y cinco se basan en la información ocupacional que se encuentra en el Diccionario de Títulos Ocupacionales (DOT) del Departamento de Trabajo (DOL) y en su volumen complementario, las Características Seleccionadas de las Ocupaciones (SCO). En 1998, el DOT fue sustituido por la Red de Información Ocupacional (O*NET), diseñada para la formación y la exploración de carreras. La O*NET no puede utilizarse exclusivamente en el proceso de adjudicación de discapacidades porque algunas medidas ocupacionales no se ajustan a los requisitos de la normativa de la SSA.

Informe de ingresos de la seguridad social en línea

El empleo es esencial para el crecimiento de los individuos y de los países. No es de extrañar que sea la primera preocupación de la población mundial. En América Latina y el Caribe, el mercado laboral no funciona como debería: la mayoría de los empleos son informales (sin acceso a las prestaciones de la seguridad social), muy inestables e improductivos. Ante el nuevo horizonte de la región (el fin del boom económico coincide con la llegada de nuevos retos como la automatización o la economía compartida), los países deben buscar soluciones a estos problemas.

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En la División de Mercados Laborales del BID promovemos empleos de calidad para mejorar la vida en América Latina y el Caribe. A través de nuestros proyectos de desarrollo e investigación de vanguardia, trabajamos con los países de la región para lograr un mercado laboral accesible para todos, una fuerza laboral mejor preparada y más productiva, y sistemas de pensiones que garanticen una vida digna para los mayores.

En América Latina y el Caribe todavía hay sectores de la población, como los jóvenes, que tienen una presencia muy modesta en el mercado laboral. Eliminar los obstáculos que se encuentran para ingresar al mercado laboral y brindar oportunidades favorables son temas pendientes para los países de la región. Además, la inestabilidad de los puestos de trabajo requiere el desarrollo de mecanismos que faciliten la transición de los trabajadores a nuevos empleos sin que se vean perjudicados.

Manual de seguridad social

El empleo y la protección social son vías indispensables para el desarrollo socioeconómico, la reducción de la pobreza y la dignidad humana. Unos empleos mejores y más productivos aumentan los ingresos y ayudan a financiar la protección social, lo que no sólo contribuye a estabilizar y mejorar los ingresos de los hogares, sino que también mejora la productividad y la empleabilidad de la población. Como se ha comprobado que las acciones en estos dos ámbitos se refuerzan mutuamente, los vínculos entre la protección social y el empleo se han colocado en el centro de los debates actuales sobre la política de desarrollo.

Si bien la protección social puede financiarse a través de diversos medios (ingresos de las administraciones públicas, cotizaciones de los empleadores y de los trabajadores y, eventualmente, del Estado), y puede complementarse con el ahorro privado o los seguros de los trabajadores, la financiación de la protección social depende, en última instancia, directa o indirectamente, de la capacidad de los trabajadores para trabajar y obtener unos ingresos que les permitan pagar los impuestos al gobierno o las cotizaciones a la seguridad social. Por lo tanto, el crecimiento económico y el impacto de ese crecimiento en la cantidad y la calidad del empleo son cruciales para la sostenibilidad de la protección social. Estos vínculos son complejos: el empleo contribuye a la base fiscal que financia la protección social y otras políticas. Tanto la protección social como el empleo aumentan el poder adquisitivo de las personas, lo que es necesario para un mercado interno dinámico y en crecimiento. Por otra parte, esto es necesario para un mayor y mejor empleo.

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La reivindicación de la seguridad social

Los sindicatos no fueron aliados fiables del movimiento de la seguridad social antes de 1935, a pesar del deseo universal de los cruzados de la seguridad social de beneficiar a la clase trabajadora. Algunos sindicalistas apoyaron el seguro social y otros se opusieron. La mayoría se mostraron bastante indiferentes, sin adoptar ninguna posición o aprobando sin entusiasmo algunos programas y rechazando otros. Casi ninguno comprendió la cuestión central del movimiento, la búsqueda de instituciones de bienestar fiables y de funcionamiento automático. En su lugar, los partidarios argumentaban desde un vago sentimentalismo y un rudimentario pero poco analítico estatismo del bienestar, o desde un conjunto más o menos doctrinario de supuestos socialistas según los cuales el seguro social era una prueba del desmoronamiento del capitalismo y un peldaño hacia una etapa superior del progreso socialista. Los opositores eran aún más doctrinarios. A finales de la década de los años veinte habían transformado la temprana y pragmática decisión de la Federación Americana del Trabajo de no involucrarse con el gobierno y la legislación en un sistema de creencias formalista, y mantenían ese sistema intacto a pesar de que su base pragmática había desaparecido. Sólo de vez en cuando un portavoz obrero evaluaba el seguro social frente al ideal de organizar instituciones de bienestar mejor racionalizadas. Los sindicalistas tenían, por supuesto, una noción de un mayor grado de organización en la estructura social y económica; pero su principio de organización social difería del que subyacía en el movimiento del seguro social.

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